Palacios para el recuerdo en Sevilla

Capital comercial de España durante la mayor parte de la Edad Moderna, Sevilla es una de las ciudades más alegres y luminosas de Europa. Una grandeza a la que contribuyen también los numerosos palacios que pueblan sus zonas más importantes. Al fin y al cabo, Sevilla tiene un color especial.

La capital de Andalucía cuenta con más de una veintena de palacios y casas señoriales de renombre, siendo utilizados algunos de ellos como sedes de instituciones públicas. Tal sería el caso del Palacio de San Telmo, una bella construcción barroca que comenzó a levantarse en 1682 y que en la actualidad alberga la sede principal de la Junta de Andalucía. Otras instituciones de gran calado social, como la Iglesia Católica, también poseen edificios muy singulares. El Palacio Arzobispal es la residencia oficial del arzobispo de Sevilla, contando con la distinción de Monumento Histórico Artístico desde el año 1969. Su privilegiada ubicación junto a la Giralda lo convierte en uno de los recintos más visitados.

También de titularidad pública aunque sin un uso concreto asignado, el Palacio de Monsalves pasa por ser uno de los más bellos exponentes del neoclasicismo de comienzos del s. XX. En una época en la que los arquitectos se debatían entre el modernismo y el respeto por la tradición clásica, Aníbal González y José Espiau optaron decididamente por lo segundo. Una decisión diametralmente opuesta a la que tomó Gino Coppete para levantar el Palacio del Marqués de la Montilla, que sigue un marcado estilo neogótico fruto del interés historicista de su promotor.

En cualquier caso, la mayoría de los propietarios de casas señoriales han preferido siempre las construcciones armoniosas con predominio de las líneas rectas. La Casa de las Sirenas ejemplifica esta circunstancia a la perfección, destacando por su elegante estilo francés y su considerable altura. De manera bien sorprendente, el edificio fue abandonado en la década de 1980, siendo adquirido por el Ayuntamiento de Sevilla en 1992. Claro que en lo que a singularidad se refiere pocos recintos superan a la Casa de Pilatos. Este palacio tardomedieval alberga un precioso patio interior andaluz con notables influencias renacentistas.
 


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