Las fincas agrarias como inversión

Las tierras de cultivo incrementan su valor como activo inmobiliario

El suelo agrario se ha ido abriendo un hueco entre las inversiones inmobiliarias con mayor rentabilidad.

En los últimos años, la tasa de crecimiento anual se ha mantenido estable entre el 0 y el 2,5 %, convirtiendo las fincas agrícolas en un interesante activo en prácticamente todas las categorías de cultivo.

Salvo los campos de frutales no cítricos, todas las opciones de inversión presentan datos positivos.

Así lo refleja el último estudio presentado por Tinsa, todo un referente entre las empresas de valoración de fincas rústicas en España.

La información recogida en el informe Suelo Agrario en España 2022 refleja una perspectiva de futuro muy favorable para el suelo agrario, marcado por un destacable crecimiento que se ha visto favorecido por el actual escenario internacional.

El protagonismo de España en el sector agroalimentario

Los cultivos españoles aportan un 2,3 % del valor añadido bruto de la economía del país. Si bien la guerra en Ucrania ha supuesto un nuevo impulso a la producción nacional, lo cierto es que el sector agroalimentario en España ya gozaba de buena salud antes de que se desatara el conflicto. Solo en 2021 las exportaciones aumentaron un 11 %, alcanzando su máximo histórico.

España es todo un referente europeo en la exportación de hortalizas y frutas, con cifras que se sitúan entre el 25 y el 30 % de la producción total de la Unión Europea.

Además, es el segundo exportador más importante del mundo en hortalizas, solo por detrás de EE.UU. Este protagonismo en el sector agroalimentario internacional ha permitido mantener la estabilidad en el crecimiento y la rentabilidad de la explotación, dos aspectos que no pasan inadvertidos para los inversores.

Macrotendencias agropecuarias que marcarán el futuro de las fincas agrícolas

El sector agrario español se encuentra en pleno proceso de transformación: aumento de la automatización, optimización de las cosechas, mayor aprovechamiento de los recursos naturales…

Todos estos cambios implican, por un lado, una importante apuesta en nuevas tecnologías y, por otro, la necesidad de incorporar nuevas fuentes de financiación.

Esta coyuntura resulta especialmente favorable para los inversores inmobiliarios.

Todos los datos apuntan a que se trata de un buen momento para acceder a explotaciones a buen precio y con perspectivas de productividad aseguradas.

Pese a algunos problemas históricos como la falta de relevo generacional y otros aspectos coyunturales como el incremento de los precios de producción como consecuencia del conflicto bélico, el suelo agrario sigue siendo un activo inmobiliario estable y con previsiones de crecimiento.

Según los técnicos agropecuarios de Tinsa, el valor del suelo agrario en los próximos años se verá afectado positivamente por:

  • Incremento del valor en terrenos con acceso al agua: tradicionalmente, las tierras de regadío han tenido un mayor valor. No obstante, la amenaza de la sequía y las restricciones hará que aumenten aún más su valor aquellas fincas con acceso al agua en las que las eventuales restricciones no supongan una limitación.
  • Desarrollo de un nuevo ecoesquema europeo: la entrada en vigor de la Política Agraria Común (PAC) en 2023 vendrá acompañada de interesantes subvenciones que ponen el foco en la producción sostenible. Ello también favorecerá al desarrollo de la agricultura ecológica, cuya implementación en España sigue siendo muy baja (apenas el 6 % de la superficie cultivada).
  • Recalificación de terrenos con expectativas no agrarias: la explotación agraria no tiene por qué ser el objetivo final. La eventual recalificación de estos terrenos en suelo urbanizable o la posibilidad de instalar molinos de viento o placas solares pueden ser una alternativa para obtener rendimientos de esta inversión. Sin embargo, estas expectativas elevarán el precio de venta de las fincas agrarias, por lo que conviene no demorar estas transacciones.

Desde el punto de vista de las inversiones inmobiliarias, las tierras de cultivo siguen siendo todavía propiedades de escasa visibilidad. Precisamente por este motivo, invertir ahora en este tipo de fincas resulta más accesible y ofrece garantías en retorno de la inversión.

Información recogida en TINSA


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