La banca pide un rescate.. Y cierra el grifo

La situación del sector bancario a finales de 2011 era de todo menos halagüeña. Las forzadas fusiones entre cajas de ahorros con enormes problemas de liquidez se habían completado con un aparente éxito que sin embargo ocultaba riesgos mucho mayores. De este modo, en mayo de 2012 la política de parches saltaba por los aires y la banca pedía auxilio.

El rescate de la banca española comenzó a sonar con fuerza tras los primeros indicios de engaño premeditado a la hora de comercializar distintos productos financieros de alto riesgo. Bankia, NovaGalicia o CatalunyaBank eran algunas de las entidades con mayores desajustes internos (debido fundamentalmente a las hipotecas inmobiliarias) y que, por su tamaño y número de clientes, constituían una auténtica bomba de relojería para la viabilidad económica de España. Y es que, la gravedad de los problemas internos de la banca se revelaba en un momento en que la propia credibilidad del país atravesaba sus horas más bajas.

El 9 de junio de 2012, el Ministro de Economía, Luis de Guindos, anuncia que España ha conseguido un crédito extraordinario por parte de la Unión Europea para rescatar a su sector bancario. El monto de la operación, que se cifró inicialmente en 100.000 millones de euros aunque los bancos "solo" utilizaron 45.000 millones, pasaba a computar como déficit público y con ello corría a cuenta de todos los españoles. Como contrapartida, el Gobierno subía el IVA hasta el 21% en septiembre para que la UE tuviera mayores garantías de recuperar lo prestado a España. Nuevamente, el contribuyente se veía muy perjudicado por la mala praxis de la banca.

¿Qué obtenían los españoles por los esfuerzos exigidos para conseguir el crédito que salvara el sector bancario? Fundamentalmente, los motivos esgrimidos para justificar el rescate solían oscilar entre que solo así se garantizaba la plena autonomía de España (algo cierto aunque con numerosos matices) y que de esta forma los bancos podían conceder más préstamos. Dichos créditos, anunciados como ayuda a las empresas y al consumo personal y no para firmar más hipotecas, han brillado por su ausencia entre 2012 y 2013 y solamente durante el presente año han comenzado a aumentar ( en teoría).

Por todo ello es preciso dotar a los empresarios y particulares afectados por la crisis actual, de un asesoramiento que les permita conservar su patrimonio y poder gozar de una oportunidad para poder reconducir su actividad y lograr conservar sus propiedades con una estrategia jurídica enfocada a detener las ejecuciones hipotecarias y disponer de tiempo, bien para poder vender su patrimonio sin prisas, como para tener tiempo de reflotar su empresa, negocio o encontrar una nueva fuente de ingresos.

 


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