Peculiaridades del reparto de tierras en Mallorca.

Las Islas Baleares presentan una división parcelaria de su territorio bastante peculiar y solo comparable con la de la Comunidad Valenciana. ¿El motivo? Básicamente, que ambos repartos de las fincas agrícolas se efectuaron en base a los mismos principios inspiradores, relatados por el rey Jaime I en sus célebres Llibres del Repartiment.

Corría el año 1231 cuando Jaime I de Aragón completaba la conquista de las Islas Baleares y con ella su primera gran empresa militar frente al islam. En reconocimiento a todos los nobles, caballeros y órdenes militares que participaron en tal empresa, el monarca procedió a repartir entre ellos gran parte de los nuevos territorios conquistados en Mallorca. En líneas generales, el reparto benefició principalmente a la Iglesia y los señores catalanes y a varios nobles franceses. Evidentemente, la Corona se preocupó de asegurarse una buena porción de tierra que incluía varias zonas con importantes fincas rústicas trabajadas ya por los musulmanes.

De este modo, la mayor parte del sur de la Isla de Mallorca, correspondiente al señorío de Montuïri, pasó a formar parte de las posesiones reales, al igual que las regiones norteñas de Pollença, Muntanyes e Inca y la más oriental de Artà. En cualquier caso, dentro de dichos territorios se localizaban diversas ciudades o enclaves que habían sido entregados a otros propietarios. La Orden de los Hospitalarios por ejemplo recibió tierras en Montuïri e Inca, mientras que la de los Templarios consiguió igualmente fincas rústicas en Inca y Pollença. Varias comunidades judías también recibieron tierras reales.

Por lo que respecta a los grandes nobles, Nuño Sánchez, señor de Rosellón y Cerdeña, recibió los territorios de Bunyola y Valldemosa en agradecimiento a su apoyo en la conquista de Ibiza, si bien fueron recuperados rápidamente por la Corona al fallecer Sánchez sin descendencia. El Conde de Ampurias, Ponce IV, recibió las tierras más próximas a la actual Sóller y la región de Muro, al sur de la Albufera mallorquina. También la Iglesia sacaría tajada en la persona del Obispo de Barcelona, que se llevaría las tierras más occidentales (los actuales municipios de Andratx y Calvià) y varias fincas rústicas al norte de Palma.
 


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