Casas para la posteridad: el palacio de San Telmo de Sevilla.

Las instituciones públicas siempre han tenido muy claro que sus sedes no pueden emplazarse en cualquier lugar.

Por ello, palacios y edificios singulares acaban siendo elegidos por la administración de turno para trasladar allí su actividad.

En el caso de la Junta de Andalucía no puede decirse que no haya tenido buen ojo con el Palacio de San Telmo.

La construcción del palacio más famoso de Sevilla comenzó en 1682 y los últimos retoques se dieron a finales del s. XIX. Su cometido original era el de albergar nuevas dependencias para la importante Universidad de Mercaderes de Sevilla, que por aquel entonces seguía siendo el principal puerto comercial de España poco antes del traslado de la Casa de Contratación a Cádiz.

Además, fue desde su origen una escuela de formación para marinos, muchos de los cuales pasarían a integrar las flotas españolas de las Indias.

Como curiosidad histórica puede mencionarse que los terrenos donde se levantó el recinto eran propiedad del Tribunal de la Santa Inquisición.

Aunque el primer arquitecto del palacio fue Antonio Rodríguez, en 1722 el cometido de finalizar las obras se trasladó a la familia Figueroa. De hecho, es a Leonardo de Figueroa a quien debemos la bella capilla, en la que también colaboraron importantes pintores y escultores del momento.

De este modo, si el barroco era ya el estilo predominante del edificio, la labor de estos profesionales enfatizó más si cabe las señas de identidad de esta corriente. El programa iconográfico, visible tanto en el interior como en la fachada, cuenta con una gran expresividad.

En cualquier caso, el elemento que causa mayor contraste entre San Telmo y otros palacios barrocos es la peculiar fachada principal. De estilo churrigueresco, una variante barroca especialmente recargada, esta portada alberga la efigie de San Telmo y es especialmente rica en motivos iconográficos náuticos.

Su impoluto color blanco resalta notablemente entre los vivos colores del resto de la fachada. Al igual que otros muchos edificios singulares españoles, uno de los laterales del recinto presenta una interesante colección de estatuas de algunos sevillanos ilustres, entre los que destacan Rodrigo Ponce de León, Diego Velázquez, Bartolomé Esteban Murillo, Luis Daoíz y Bartolomé de las Casas.

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